A pesar de estas ventajas y oportunidades, también existen grandes obstáculos para que todo suceda. Algunos culturales y algunos sistémicos.
Culturalmente, los latinoamericanos son muy reacios al riesgo, y la mayoría solo invierte en empresas «seguras» como las inmobiliarias. La falta de educación financiera es un factor clave que no permite prosperar a los empresarios potenciales.
En el lado sistémico, la corrupción, la falta de confianza institucional y la impunidad son probablemente los mayores obstáculos para superar en los próximos años. Las empresas necesitan pensar globalmente y competir contra competidores globales; no pueden engañar o tomar atajos. Para atraer la inversión extranjera, los gobiernos necesitarán crear un nuevo sistema que sea más meritocrático y accesible para todos.
En la actualidad, el entorno regulatorio adolece de falta de confianza. Aunque el marco legal parece existir, la falta de transparencia y la aplicación desigual de la ley hacen que sea muy difícil para las empresas competir en un terreno equitativo.
Otro gran obstáculo es la falta de historias de éxito en la región. Con algunas excepciones, las nuevas empresas en Latinoamérica no parecen tener la expectativa de crecimiento de sus contrapartes en Asia, Estados Unidos o Europa. Hacer OPI en América Latina es casi imposible, principalmente debido a que las bolsas están monopolizadas en estos países y actúan más como guardianes que promotores, regulando la admisión al club IPO en lugar de alentar a las empresas a alcanzar una etapa final de crecimiento al convertirse público.
En México, por ejemplo, aunque la regulación requiere una mera de USD$3.5 millones en capital de mercado para cotizar, ningún intermediario lo hará público con menos de USD$500 millones en capitalización bursátil, y la compañía pública típica promedia USD$2 mil millones en capitalización bursátil. Afortunadamente, países como Brasil y México están tomando medidas para abrir nuevas bolsas de valores para cambiar esto: en Brasil, ATS será el primer competidor de BOVESPA, y en México BIVA competirá con la BMV.
Además, la actividad de fusiones y adquisiciones para nuevas empresas en la región es notablemente baja. Esto se debe principalmente a la relativa juventud de los ecosistemas de inicio de la región. Las empresas simplemente no han alcanzado una etapa comercial lo suficientemente grande como para convertirse en objetivos de adquisición interesantes. Las estrategias de salida son la clave para seguir fomentando la inversión en startups, y las historias de éxito son el combustible para seguir generando emprendedores.
Finalmente, este es un año electoral en muchos países. Venezuela, en una elección obviamente fraudulenta, reeligió al sucesor elegido del fallecido ex presidente Hugo Chávez, Nicolás Maduro. En Colombia, una segunda vuelta electoral decidió al ganador de la carrera presidencial. En México, llegó por primera vez al poder en su historia un político de izquierda, mientras que Brasil decidirá su rumbo en octubre. El populismo de izquierda parece ser la nueva norma en la región, y eso puede desafiar cualquier enfoque sostenido en la innovación y el espíritu empresarial.
Quien ascienda al poder en estos gigantes latinoamericanos debe comprender la importancia de la iniciativa empresarial y la innovación como fuentes de competitividad, creación de empleo y crecimiento económico. Deben seguir fomentándolos en consecuencia, aprovechando la oportunidad económica histórica que se presenta hoy.